POR QUÉ VERLAS TODAS.


 Yo me crié en le barrio del Caynamelar en el seno de una familia que no tenía demasiado arraigo a las fallas. No en vano, tanto mi padre como mi madre nacieron y vivieron en otras comunidades siendo yo el primero de la familia nacido en Valencia.
 Aún así mi padre sentía gran atracción hacia los monumentos falleros, tanto que los últimos años de su vida fue fallero de la comisión Ángel Villena-Pintor Sabater a pesar de que jamás lo había sido, limitándose como yo a desplazarse al centro y disfrutar de las grandes fallas que se plantaban allí.
 Recuerdo que siendo yo un niño ahí iba yo con mi padre a coger el autobús con gran emoción para ver realmente aquellas grandiosas obras que yo simplemente imaginaba con ayuda de la revista que siempre estuvo en mi casa: El Turista Fallero.
 Un año, tendría yo trece o catorce, vino un amigo mío a recogerme pronto por la mañana con la idea de ir andando en dirección al centro de la ciudad y ver todas aquellas fallas que pudiésemos. Salimos de mi casa por la calle Arquitecto Alfaro y subimos hacia el centro por Islas Canarias. Cuando llegamos al barrio de Ruzafa empezamos a ver fallas por todos los lados y al no conocer bien la ciudad cometimos el error de pasar varias veces por el mismo sitio. Se nos hizo tarde y tuvimos que regresar y ya entonces le comenté que eso había que prepararlo de algún modo para que no nos pasase lo mismo. Él estuvo de acuerdo y al año siguiente con el mapa desplegable que todavía entonces entregaba El Turista con la revista, planifiqué un recorrido que nos haría ver unas 100 fallas en un día. 
 Ese día salimos a las ocho de la mañana desde mi casa cinco personitas con sus macutos dispuestos a ver todas las fallas que pudiésemos. Visitamos desde las de la calle Islas Canarias pasando después por Monteolivete, Ruzafa y centro histórico y cuando llegamos a la plaza de Na Jordana, serían las cuatro de la tarde, la gente empezó a perder el ánimo por lo que decidimos bajar al cauce a descansar un rato y coger después el autobús de vuelta a casa.
 Fue en ese instante cuando me dije: "algún día tengo que verlas TODAS"
 Han pasado treinta años de aquella primera salida. Desde entonces esa idea bullía en mi cabeza pero nunca encontré el momento ya fuese por trabajo, porque también fui fallero varios años... la cuestión es que el año pasado salí tres veces al centro a ver fallas y vi un número considerable y empecé a darle vueltas a aquella "promesa" que me hice.
 Nada más acabar las fallas comencé a comprar mapas y a diseñar el itinerario para completar la  aventura y poco a poco fui creyendo que no era tan descabellado, que podía hacerse.
 Lo que quiero que veáis es que simplemente fue un pensamiento que se quedó grabado en mi mente y que sentía la necesidad de llevar a cabo. No es por batir ningún record ni nada por el estilo porque de hecho me consta que no soy el único que lo ha hecho. Tal vez este año si, pero en años anteriores ha habido otros.













0 comentarios:

sábado, 22 de marzo de 2014

POR QUÉ VERLAS TODAS.


 Yo me crié en le barrio del Caynamelar en el seno de una familia que no tenía demasiado arraigo a las fallas. No en vano, tanto mi padre como mi madre nacieron y vivieron en otras comunidades siendo yo el primero de la familia nacido en Valencia.
 Aún así mi padre sentía gran atracción hacia los monumentos falleros, tanto que los últimos años de su vida fue fallero de la comisión Ángel Villena-Pintor Sabater a pesar de que jamás lo había sido, limitándose como yo a desplazarse al centro y disfrutar de las grandes fallas que se plantaban allí.
 Recuerdo que siendo yo un niño ahí iba yo con mi padre a coger el autobús con gran emoción para ver realmente aquellas grandiosas obras que yo simplemente imaginaba con ayuda de la revista que siempre estuvo en mi casa: El Turista Fallero.
 Un año, tendría yo trece o catorce, vino un amigo mío a recogerme pronto por la mañana con la idea de ir andando en dirección al centro de la ciudad y ver todas aquellas fallas que pudiésemos. Salimos de mi casa por la calle Arquitecto Alfaro y subimos hacia el centro por Islas Canarias. Cuando llegamos al barrio de Ruzafa empezamos a ver fallas por todos los lados y al no conocer bien la ciudad cometimos el error de pasar varias veces por el mismo sitio. Se nos hizo tarde y tuvimos que regresar y ya entonces le comenté que eso había que prepararlo de algún modo para que no nos pasase lo mismo. Él estuvo de acuerdo y al año siguiente con el mapa desplegable que todavía entonces entregaba El Turista con la revista, planifiqué un recorrido que nos haría ver unas 100 fallas en un día. 
 Ese día salimos a las ocho de la mañana desde mi casa cinco personitas con sus macutos dispuestos a ver todas las fallas que pudiésemos. Visitamos desde las de la calle Islas Canarias pasando después por Monteolivete, Ruzafa y centro histórico y cuando llegamos a la plaza de Na Jordana, serían las cuatro de la tarde, la gente empezó a perder el ánimo por lo que decidimos bajar al cauce a descansar un rato y coger después el autobús de vuelta a casa.
 Fue en ese instante cuando me dije: "algún día tengo que verlas TODAS"
 Han pasado treinta años de aquella primera salida. Desde entonces esa idea bullía en mi cabeza pero nunca encontré el momento ya fuese por trabajo, porque también fui fallero varios años... la cuestión es que el año pasado salí tres veces al centro a ver fallas y vi un número considerable y empecé a darle vueltas a aquella "promesa" que me hice.
 Nada más acabar las fallas comencé a comprar mapas y a diseñar el itinerario para completar la  aventura y poco a poco fui creyendo que no era tan descabellado, que podía hacerse.
 Lo que quiero que veáis es que simplemente fue un pensamiento que se quedó grabado en mi mente y que sentía la necesidad de llevar a cabo. No es por batir ningún record ni nada por el estilo porque de hecho me consta que no soy el único que lo ha hecho. Tal vez este año si, pero en años anteriores ha habido otros.